Hoy he conocido a Mercedes Guerreiro, la mujer al frente de la galletería donde se elaboran las Maruxas de Nata.

Tan sólo con cruzar la puerta de entrada, el olfato te transporta a momentos de la niñez.

Y es que las Maruxas son galletas como las de antes, como las que se hacían en casa y cuyo olor inundaba los rincones anunciando placeres para el paladar.
Solo tres ingredientes, nata, azúcar de caña y harina mezclados con el buen hacer, dan lugar a tan exquisito manjar. Esto que parece sencillo, sin embargo oculta un secreto a voces, y es la calidad de estos ingredientes.
La nata, procedente de leche gallega con certificación ecológica, la harina de trigo de Castilla molida en molinos de piedra y el azúcar de caña procedente de Brasil y también de cultivo ecológico, se juntan para crear las Maruxas.

Recuerdo una frase que me había llamado la atención al leer sobre estas galletas, que decía:
“Son galletas que interrumpen conversaciones”, y puedo asegurar que sí.
Su sabor produce en el que las come la inevitable acción de alabarlas, pero sin embargo yo añadiría que también provocan conversaciones, ya que una vez que las pruebas surge la imperante necesidad de recomendárselas a alguien.

Gracias Mercedes por haber rescatado este placer.